La película de Bajo el manzano de julio es la cinta Vals con Bashir del director y guionista israelí Ari Folman. Cercana al documental se centra en la recuperación, en la búsqueda de los recuerdos perdidos, en la vista a un pasado que se ha olvidado donde la memoria es la unica salida posible a preguntas que se quedaron sin responder, preguntas detenidas o mejor bloqueadas. La invasión por parte de Israel al sur del Libano en 1982, la guerra civil libanesa, los refugiados palestinos y su genocidio en la masacre de Sabra y Shatila por parte de las Falanges Cristianas como venganza y respuesta de la muerte de su líder; Bashir Gamayel y de la masacre de Damour cometida por miembros de la OLP que acababa de ser obligada a exiliarse y dejar atrás a mujeres, ancianos y niños en los campos de concentración Sabra y Shatila. Y por otro lado la perspectiva de un jóven israelí quien no ha acabado de digerir lo que es la vida, hijo de sobrevivientes de campos de concentración de la segunda guerra mundial, sufre el conflicto de sentirse del lado opuesto de las víctimas, del lado de quien custodiaba los campos de concentración.
Su único recuerdo de este hecho es una imagen suya junto a unos compañeros en la costa de Beirut iluminada por bengalas, bengalas que iluminaron un crimen horrendo que se realizó ante la vista pasiva y pusilánime del ejercito israelí, algo a lo que una comisión de ese gobierno calificó como una "negligencia grave".
Es una película que mediante una animación muy lograda, consigue recrear un episodio dramático, una búsqueda personal, una catarsis, un encuentro con la verdad.
La banda sonora obra magistral del compositor Max Richter nos revela una película ecléctica, profunda, superrealista que apunta al inconsciente, a los sueños y a los recuerdos mezclando imágenes de una guerra cruda y distante con una música de una belleza incalculable como el 2° movimiento del Concierto para piano o clave nº 5, BWV 1056 de J. S. Bach
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